domingo, 4 de diciembre de 2011

Guerra Ruso-Japonesa (8 de febrero de 1904 – 5 de septiembre de 1905)


La Guerra Ruso-Japonesa fue un conflicto surgido de las ambiciones imperialistas rivales de la Rusia Imperial y el Japón en Manchuria y Corea. Los principales escenarios del conflicto fueron el área alrededor de la península de Liaodong y Mukden, los mares de Corea y Japón y el mar Amarillo.

Los rusos buscaban un puerto de aguas cálidas en el Océano Pacífico para uso de su armada y para comercio marítimo, El puerto de Vladivostok solo podía funcionar durante el verano, pero Port Arthur sería capaz de mantenerse funcionado todo el año. Después de la Primera Guerra Sino-Japonesa, en 1903, las negociaciones entre Rusia y Japón resultaron ser inútiles, así que Japón decidió entrar en guerra para mantener su dominio exclusivo de Corea.




Las campañas resultantes, en las cuales el ejército imperial japonés logró obtener varias victorias de manera consistente sobre sus oponentes rusos, fueron un hecho inesperado para muchos en el mundo; pues fue la primera vez que un pueblo no caucásico enfrentaba y vencía a una potencia imperialista europea. Estas victorias eventualmente transformarían dramáticamente el balance de poder en el Este de Asia, lo que daría como resultado la consolidación de Japón como país importante en el escenario mundial. Las vergonzosas derrotas generaron insatisfacción en los rusos con su corrupto e ineficiente gobierno Zarista, y fueron una de las principales causas de la Revolución Rusa de 1905.



Los orígenes de la guerra

En los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, varios países occidentales compitieron por influencia, comercio y territorio en Asia Oriental. Mientras, Japón se esforzaba por convertirse en una gran potencia moderna.
La situación geográfica de Japón lo alentó a enfocarse en Corea y el norte de China, lo que chocaba con los intereses expansionistas rusos. El esfuerzo japonés por ocupar Corea condujo a la Primera Guerra Sino-Japonesa. La derrota china por parte del Japón condujo al Tratado de Shimonoseki, por el cual China renunciaba a sus reclamaciones sobre Corea, cediendo además Taiwán y Lüshunkou. Sin embargo, la presión occidental (por parte de Rusia, Gran Bretaña y Francia) obligó al Japón a devolver Port Arthur y Manchuria a China.

Tras la revuelta de los bóxers chinos de 1898, e incumpliendo la promesa hecha al Japón, los rusos negociaron con China un arrendamiento de 25 años de la base naval, un puerto libre de hielos para su flota de Extremo Oriente. Mientras tanto, soldados rusos ocupaban Manchuria y el norte de Corea, amenazando la influencia japonesa en Corea. El gobierno coreano concedió a Rusia una base naval próxima a las costas japonesas, en un intento de ofrecer una doble amenaza a Japón, la de Rusia y la de China.

Rusia aprovechó la desestabilización de la zona y en 1896 se firmó un acuerdo con China para el uso de Port Arthur como base ubicada al extremo de la península de Liaodong, ahora perteneciente a Manchuria, así como el libre acceso ruso a todos los puertos chinos. Más adelante, en 1898 los rusos impidieron el uso de Port Arthur a los mismos chinos, y se empezó a ejercer el control que el Japón había deseado cuatro años atrás. Esto fue un desafío para el Imperio Japonés y provocó la desaprobación de Inglaterra, quien vio al gigante ruso como una amenaza a sus posesiones británicas y su provechoso comercio asiático.
Inglaterra, en una hábil maniobra diplomático-estratégica, consiguió la cesión de Wei-Hai-Wei, un emplazamiento portuario a sólo 40 km de Port Arthur, y de este modo se buscó la neutralización de las pretensiones rusas. Sin embargo, los rusos unían este puerto con el Transiberiano mediante la construcción de una vía de ferrocarril. Esto hizo pensar a Inglaterra que Rusia deseaba consolidarse militarmente en la región y buscó la alianza con Japón.

En 1902, Inglaterra firmó una alianza con Japón, y entre las cláusulas de dicho tratado figuraba la construcción de unidades navales para Japón que se puso de inmediato en marcha, así como la aceleración en la entrega de las unidades ya encargadas. Inmediatamente se aprobó un plan de rearme naval de 200.000 toneladas denominado «Esperanza y determinación» y se encargaron a Inglaterra 6 acorazados, 4 cruceros armados, 2 cruceros ligeros, 16 destructores y 10 torpederos. Otras unidades fueron encargadas a Francia, Italia e incluso Alemania y Estados Unidos. En Japón se empezó la construcción acelerada de 10 torpederos y 8 destructores. Se comenzó un programa de adiestramiento del personal de la Armada Imperial Japonesa de 15.100 hombres hasta incrementarse a 40.800 marineros y oficiales.
Al considerar que la penetración rusa en Corea y Manchuria suponía un riesgo para su seguridad nacional, Japón exigió a Rusia que abandonase Manchuria, en cumplimiento de los acuerdos de 1900. Rusia dilató las conversaciones diplomáticas durante dos años y Japón, harto de esperar en vano una respuesta, rompió las relaciones diplomáticas el 6 de febrero de 1904.

El recién modernizado Ejército Imperial Japonés se hallaba más que preparado para enfrentarse a las fuerzas que Rusia había estacionado en Asia al inicio de la contienda, que representaban sólo una pequeña parte de las tropas del zar. Se calcula que los rusos movilizaron durante el conflicto hasta 2.000.000 de soldados mientras que los efectivos japoneses nunca llegaron a los 900.000 hombres.

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